martes, 26 de agosto de 2008

Sobre los agujeros.

Puede que algún sábado te despiertes con una preciosa rubia al lado.
O puede que no.
Puede que sea morena.
Mientras tanto bebes emociones reciclables para desayunar.
Todo de plástico.
Un portazo es una hermosa canción par un sábado por la mañana. No son ni rubias ni morenas en la cama. Pero son melodías portadoras de esperanza.
Tal vez hoy no tengas que volver. Puede que sea el día.
Vamos a buscar los cachitos de la noche del viernes en el felpudo.
No.
Vamos a buscar a alguien que sepa y pueda construir una nave espacial.
Todos quieren una nave espacial.
Es lo bueno de los portazos, te dejan con todo un día por delante.
Vas caminando despacio y mirando al suelo, no valla a ser que sin querer vayas a caer en algún vicio.
Los suelos están jodidamente llenos de agujeros negros de revelaciones y para salir de ellos hace falta una nave espacial y una tripulación. Una chica de buen ver, y tal vez algún mono que sepa más matemáticas que tú.
Hoy no te han llamado capullo y te sientes extraño. Puede que sea hambre.
Un agujero en el estómago.
Vete a cualquier sitio de esos llenos de gente que entra y sale con un carro con estampados a cuadros y rallas.
¿Un supermercado?
No.
Una cárcel.
Una cárcel con queso de todas las marcas.
Con el mejor queso del mundo, con sus imperfectos mejores agujeros del mundo.
Necesitas cambiarte el nombre.
Todavía no te han llamado capullo.
Una vez te mordió una ardilla, puede que tengas extraños y sobrenaturales poderes de ardilla.
Empecemos por ponerte el nombre de Ardilla y que cuando lo digas la gente te llame capullo.
"¿Cómo te llamas?"
"Vamos a ahorrar tiempo, llámame capullo."

Pero ¡Eh!, cuidado, sigue mirando al suelo, no valla a ser que caigas en el olvido.
Ya nadie te querrá y te quedarás lo suficientemente solo como para que el sol tenga que bajar a darte de fumar.
"¿Estás bien muchacho?"
"Llámame capullo"

Llovería, pero sería el sol que no quiere verte y las nubes que se ríen del descaro.
La luna ni se digna a aparecer este mediodía.
Vamos a por mi queso, que por lo menos tiene agujeros y si todavía tengo algo de suerte tal vez me caiga en alguno de ellos.

Es lo que tiene la música de un portazo.

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