sábado, 21 de noviembre de 2009

Sobre sexo y otras catástrofes geográficas.

Ni siquiera un segundo después nos explotó la cabeza.
Hemos llegado aquí en un carruaje de ratón tirado por calabazas, y yo conseguí lo que quería.
Sólo me quedan las palabras para jugar, sé amable, porque todo lo que se de poesía es lo que se va quedando en el fondo mi vaso.
Pero al final conseguí lo que quería.
Ella buscaba largas tardes de domingo de platero, yo la libertad.
Yo acabé borracho, tocando y bailando noches de noviembre de gigantes.
Ella acabó sola.
Pero al final conseguí lo que quería.
Fumo lo que quiero, hago lo que quiero, bailo lo que quiero pero es su pelo todo lo quiero.
El segundo disparó apenas sonó, ¿Qué te dice el tipo con barba que todo lo sabe?
Que lo mejor es creer que tu cuerpo y tu mente apenas se hablan, que uno se va a Estambul, que ella acabó sola.
Es el día perfecto, el día en el que un montón de láseres mortales buscan a los niños y demás inocentes del mundo, ancianos en sus nichos de recuerdos y todos caminan por el camino salvaje.
Todos son medianoche y a todos les importa una mierda que no haya sitio en el barco, no quieren caer al río de los cocodrilos que mastican relojes.
Si algo hemos aprendido de noviembre, es que no tienen piedad.
Carrie tiene una pistola.
Al final conseguí lo que quería, pero ella está en el cielo con diamantes.