martes, 9 de diciembre de 2008

Sobre lo que todos piensan de lo que todos piensan.

Lo que cuenta la leyenda de corazones, queda entre los corazones y yo.
Que cogimos aquella noche las lanzas más largas y afiladas y en el fervor de la batalla, cantando sudor, sudando canciones, pinchamos nuestra bandera.
Cuenta la leyenda que nuestra bandera bajó aquella noche para que la viesemos sangrar. Y los sudores secaron y las canciones se fueron volando. No pidió ayuda, se moría, había bajado del cielo porque la habíamos pinchado, y ahora se moría.
Se moría y reía.
Y todos los corazones callados.
Y las canciones volvieron, sólo para preguntar de que se reía tanto.
Pero ella se moría y reía.
Entiende que pasa ahora armadura y arma, supongo que debajo hay un soldado, pero esta noche no quiere ni ver tu alma, sucia y sudada huele a podredumbre y se te despega la piel para poder evitarla, que ya no sirves para eso armadura y arma, se reía y sangraba y lloraba y se reía, que todo son aquí corazones, y lo que más brilla es el filo de sus lanzas.
Que no es más que el brillo de los dientes del malo de los dibujos, una sonrisa maníaca, una sonrisa de bardo, del bardo bastardo, del bardo bastardo más loco y maníaco, del bardo bastardo más loco, maníaco y malo, y que te cuenten las lanzas que no era más que un dibujo animado.
De ánimos quería hablar, estaba allí arriba, aplaudía, sonríele y bajó, sangrando y riendo y muriendo y esta vez llevaba un arma.

Chico.


Eh!


Chico.


Que sangro y rio y muero.

Y ese no es tu problema.


Entonces las lanzas rieron y brillaron, y todo se paró un segundo.
Me pareció oir el aleteo de un pájaro, me pareció que era el pájaro más curioso e inoportuno del mundo, y que sin embargo era el pájaro más ruidoso de aquella llanura de corazones.
Que todo se ha quedado oscuro.
Que en la oscuridad no vuelan las aves.
Que sólo son las canciones que vuelven a ver como sangra y rie y muere.
Pero que han llegado tarde.
Que aquí no ha pasado nada.
La leyenda continúa, todos a una.
Cojamos las lanzas, sonríe, corazones armaduras y arma, dejemos las almas que pesan, no las necesitamos allí donde vamos.
¿No has aprendido nada de todo esto?
El sudor se ha secado dejando un tatuaje, un tatuaje curioso e inoportuno y sin embargo el más ruidoso en cuantas leyendas se han podido contar.
El páramo calla y el tatuaje canta.
El tatuaje calla y las lanzás sonríen.
Las lanzas sonríen y ella baja.
Baja para reir y sangrar y morir.
Eh!
Chico!
Armadura y arma!
Sigue el compás, serás una leyenda, no te quedes atrás..